Láncese a por el Scuba
Mi experiencia para obtener la certificación Open Water Scuba Diving
Recientemente he conseguido la certificación como buceadora en San Diego, California. Fue una experiencia increíble. Me emociona poder decir que a partir de ahora soy buceadora de por vida.
Si ha tomado la decisión de aprender a bucear, le sugiero que busque clases y centros de buceo en su zona. Puede encontrar establecimientos SCUBAPRO cercanos aquí. Existen diferentes tipos de clases para obtener una certificación de buceo. Elija la que más le convenga. Yo elegí un programa acelerado: el curso completo duró 2 semanas de principio a fin. Mi curso incluía tareas independientes para realizar en casa seguidas por las sesiones de clase, 2 días completos en la piscina y 2 días en el mar con múltiples inmersiones cada día.
En un punto intermedio del curso, cuando ya sabíamos diferenciar aletas, distinguir una máscara de unas gafas e identificar los componentes de un chaleco hidrostático y un regulador, así como su montaje teórico, accedimos a la piscina. La idea de colocarme el equipo y respirar por primera vez bajo el agua me entusiasmaba.
Debo decir para empezar que tuve la suerte de acceder al curso de certificación teniendo ya en propiedad varios elementos del equipo de buceo. Conté con el asesoramiento de personas muy entendidas del sector que me ayudaron a seleccionar estos artículos, y comprendo lo atípico que es. Decidí no aparecer ataviada como Jeff Gordon el primer día de buceo en la piscina y pensé que era mejor iniciarme con el equipo que me habían facilitado. Aprendimos cómo se montan los componentes del equipo de buceo y por qué debe hacerse en un orden concreto. A continuación entramos en la piscina en grupo y respiré por primera vez a través de un regulador. ¡Y me enganchó!
El segundo día estaba dispuesta a aprender a utilizar todos los componentes de mi equipo recientemente adquirido. Estuvimos practicando la conexión de nuestros reguladores a las botellas, a los chalecos hidrostáticos, desconectándolos, volviéndolos a conectar... repitiéndolo como unas 1000 veces a lo largo del día. Mientras mis compañeros practicaban una y otra vez con equipos alquilados, yo en cambio iba familiarizándome cada vez más con mi equipo propio. Aprendí los pequeños ajustes necesarios para encontrar la flotabilidad adecuada en mi chaleco HYDROS PRO de flotación posterior, a diferencia de los chalecos de ajuste frontal con los que estaban aprendiendo los demás. Conseguí aprovechar la potencia de aleteo de mis Seawing Nova y a continuación aprendí la importancia de mantener el mismo ritmo que tu acompañante –su aire es tu aire, después de todo–, y esas aletas te hacen ir muy rápido.
Cuando llegó la hora de lavar y guardar el equipo, tomé muchas precauciones y aprendí la forma correcta de introducir los artículos en mi bolsa impermeable, descubriendo que mi chaleco HYDROS PRO, aletas Seawing Nova, máscara Scout y tubo semiseco Escape caben a la vez en una única mochila. 5 días más tarde, llegó el punto culminante de nuestro aprendizaje: las inmersiones en mar abierto. Nos vestimos, ayudamos a nuestros compañeros a comprobar sus equipos y recorrimos los 45 metros que nos separaban del mar en La Jolla Shores. Tras batallar con las rompientes olas, fijé bien mis aletas Seawing Nova con las correas y nadé otros 140 metros de espaldas, adentrándome hacia donde la madre naturaleza nos brinda sus amaneceres. En momentos como este, sabes que estás realmente vivo.
Los equipos de compañeros nos reunimos en superficie, revisamos los ejercicios que íbamos a realizar y descendimos lentamente hasta 6 metros, preparándonos para aplicar todas nuestras destrezas en el agua. Como ya había pasado 8 horas enteras durante un día familiarizándome con mi equipo, especialmente con mi máscara, regulador y chaleco, sentí que contaba con un compañero de confianza en el fondo marino. El Océano Pacífico en febrero en San Diego es una bestia heladora unida a fuertes corrientes y visibilidad limitada, por lo que me tranquilizaba poder sentirme ya cómoda con mi equipo a esas alturas.
Es innegable que la experiencia tuvo momentos de los que sirven para forjar el carácter. Aprendí a inundar de agua mi máscara, a inflar con la boca mi chaleco a 6 metros de profundidad en una corriente sur o lo mucho que me disgustan las burbujas en la cara. Pero con todos mis sentidos a flor de piel, descubrí también lo tranquilizadora que resulta bajo el agua la imagen de mi compañera junto a mí o el sonido de mi propia respiración. Ese fue el momento en que comencé a disfrutar de verdad la exploración subacuática.
Al recordar ahora mi clase de buceo, me doy cuenta de que no sabía qué era lo que no sabía, y ahora que puedo comprender mejor aquello que entonces no sabía, me quito el sombrero ante cada miembro de la comunidad de buceo. Fue un trabajo duro y hermoso, y supuso uno de los momentos más gratificantes y meritorios de toda mi vida. Se requiere un cierto nivel de «agallas» para sentirse atraído por un curso de certificación de buceo y superarlo. Tengo mi regulador octopus expuesto en mi salón, adecuadamente guardado, por supuesto, pero hace que me sienta realizada cada vez que lo miro.
Aplaudo a cualquiera que esté considerando la idea de obtener un certificado de buceo o de progresar hacia un certificado de nivel avanzado. Si pretende bucear con cierta regularidad, le recomiendo que invierta en ciertos componentes clave del equipo: traje húmedo, máscara, aletas, tubo, regulador u ordenador para empezar. Cuando se familiarice con la sensación de bucear y con cómo hacer funcionar su equipo para que pueda asistirle, entonces podrá comenzar a seleccionar elementos especialmente adecuados a sus preferencias. Si aún es nuevo en la comunidad del buceo y no está seguro de por dónde empezar, póngase en contacto con un establecimiento de buceo cercano o con el Servicio de Atención al Cliente de SCUBAPRO, donde le ayudarán a disfrutar de esta increíble experiencia.
Láncese a por el Scuba.
-Samantha Kearns